La Fibromialgia y los beneficios del Ejercicio Físico

La actividad física (AF) y el ejercicio físico (EF) en sus múltiples variables, son considerados como una de las principales estrategias de prevención y manejo de diversos tipos de enfermedades, ya sean relacionadas con el sedentarismo, la obesidad o enfermedades crónicas, ya que ayudan a mejorar la calidad de vida de los pacientes, reduciendo sintomatologías e influyendo positivamente, no solo en la salud física, sino mental de los pacientes. En enfermedades con alteraciones del dolor crónico como la osteoartritis y la artritis reumatoide, o las de fatiga crónica la AF ha demostrado disminuir los síntomas y mejorar la capacidad funcional del paciente, beneficiando así su estado psicológico.

Con estos antecedentes, es esperable que en pacientes con fibromialgia la AF pueda generar mejoras en su capacidad funcional, promoviendo con esto también diversos beneficios en su calidad de vida.

La fibromialgia (FM) es un síndrome de causa desconocida que afecta mayoritariamente a mujeres de mediana edad y que se caracteriza por la presencia de dolor crónico generalizado. Los síntomas más comunes son: diversos puntos del cuerpo extremadamente sensibles al dolor, fatiga y trastornos de sueño, presentándose en muchas ocasiones también rigidez física por las mañanas, cefaleas, entumecimiento de pies y manos, y trastornos de ansiedad y depresión.

Generalmente, los pacientes que presentan este síndrome, son personas sedentarias con niveles muy bajos o inexistentes de AF, circunstancias que se ven agravadas por la presencia de los síntomas de la enfermedad como fatiga, dolor, o depresión, lo que restringe aún más sus actividades habituales, incidiendo negativamente en su calidad de vida y funcionabilidad.

El tratamiento

Frente a este cuadro el ejercicio físico, aparece como una herramienta no farmacología muy útil para tratamiento de la Fibromialgia, aunque al ser esta una enfermedad crónica, cuya patogenia es desconocida y sus síntomas complejos, su tratamiento aún no se ha estandarizado y es fundamentalmente sintomático por lo que persisten algunas dudas acerca de cual es la metodología más acertada y eficaz de ejercicio físico para implementar en su tratamiento.

Cada paciente presenta síntomas de particular intensidad y reacciona de diferente manera a ellos y al tratamiento por lo que, es necesario, un diagnóstico y análisis personalizado en cada caso, para poder desarrollar un plan de tratamiento eficaz y saludable.

Se ha podido establecer una mayor efectividad de la terapia física en los tratamientos para la FM, por sobre la farmacológica en lo que a la funcionabilidad de los pacientes se refiere, siendo considerada como la principal estrategia en el tratamiento de este síndrome, pese a que las dudas y contradicciones en relación con cuál es el mejor y más adecuado método de entrenamiento para este tipo de pacientes se mantienen hasta el día de hoy.

Efectos positivos del la actividad física

Los pacientes de FM son en su mayoría personas sedentarias con una capacidad física bastante escasa, la cual, se ve aún más disminuida por la consecuencia de los diferentes síntomas asociados a este síndrome, como el dolor crónico generalizado, la fatiga, las alteraciones del sueño, la rigidez de manos y pies y los trastornos del ánimo. Todo este conjunto de factores, afectan la vida cotidiana del paciente, reduciendo considerablemente sus actividades diarias y el desarrollo de sus relaciones, ya sean laborales, personales o familiares, lo que termina transformándose en un proceso de retroalimentación entre los síntomas de la enfermedad, sus consecuencias y el estilo de vida poco saludable que el paciente usualmente presenta.

Hacer diferentes rutinas

La diferentes rutinas de Actividad física recomendadas por los especialistas tienen como primer y principal objetivo romper este círculo vicioso entre los trastornos de depresión y/o ansiedad, el dolor crónico y la tendencia natural a la inactividad que todo esto genera.

Según los estudios, los pacientes que padecen Fibromialgia pueden realizar ejercicios aeróbicos, de fortalecimiento y flexibilidad, con una intensidad moderada, con buenos resultados siempre y cuando, sean controlados y prescritos por un profesional que haya realizado un riguroso análisis del caso clínico.

Las características de la rutina de ejercicios, deben ser planeadas con la finalidad que la intensidad del entrenamiento sea la justa para alcanzar efectos positivos en el paciente sin llegar a exacerbar los síntomas del síndrome.

La línea que separa un entrenamiento beneficioso de uno que solo genera más dolor, es muy delgada por lo que, conseguir que los pacientes comiencen y se mantengan en un programa de actividad física, es complejo y dificultoso, pero posible.

Muchos beneficios con muy poco

Los beneficios que genera un programa de Actividad física en las personas con Fibromialgia son diversos y abarcan un amplio rango de aspectos en la vida de estos pacientes.

A corto plazo, disminuyen el dolor crónico y mejoran la calidad del sueño lo que, en consecuencia, favorece la salud mental, generando mejoras en los estados de ánimo, en la sensación de bienestar y en su autoeficacia.

Lograr un mayor fortalecimiento muscular, el desarrollo de una mejor capacidad cardiorrespiratoria y una ampliación en la flexibilidad de movimiento, producen mejoras en la autonomía y en la autoestima, facilitando a los pacientes llevar a cabo sus actividades diarias con menos dolor y cansancio.

Todos estos factores posibilitan la reducción de cuadros de ansiedad y depresión, lo que finalmente, significa una mejora general en la calidad de vida de estos pacientes, sus funcionabilidad y sociabilidad.

Cualidades físicas a desarrollar

Una gran cantidad de estudios en relación con este tema, recomiendan para el tratamiento de la Fibromialgia la inclusión de ejercicios aeróbicos, de fortalecimiento de la musculatura y de desarrollo de la flexibilidad, ya sean de forma individual o combinada, según lo indique un especialista.

Se ha comprobado que, tanto la masa muscular, como la capacidad aeróbica, pueden ser desarrollados a través de programas de Ejercicio físico sin generar ningún riesgo ni dolor en los pacientes con Fibromialgia.

Por otra parte, la amplitud de movimiento y flexibilidad, requieren un trabajo especial y adaptado a las características específicas de cada paciente, sus umbrales de dolor y capacidades físicas, pudiendo realizarse programas exitosamente sin agravar los síntomas de la enfermedad.

Resistencia aeróbica

Cuando hablamos de resistencia aeróbica nos referimos a la capacidad de una persona de mantener una actividad física de alta intensidad con un gran gasto de oxígeno por un largo periodo de tiempo.

Para el tratamiento de la Fibromialgia, esta capacidad es importantísima, pues uno de sus síntomas más usuales es la fatiga generalizada, lo que genera en los pacientes una resistencia muy limitada frente a tareas o esfuerzos que son considerados leves. Desarrollar una progreso en la resistencia aeróbica significará una mejora extendida en la vida diaria del paciente pues le permitirá realizar sus actividades cotidianas de manera normal, beneficiando también sus hábitos de sueño y una disminución en los síntomas de la fatiga crónica.

Flexibilidad

La flexibilidad es la capacidad que tiene el cuerpo a través de sus articulaciones para realizar movimientos lo más amplios posibles. Esta capacidad, se ve muy afectada por la Fibromialgia, al presentar rigidez tanto de mano y de pies, lo que impide en muchos momentos, la normal realización de las acciones más básicas y cotidianas. Un programa de ejercicios enfocado en ampliar la flexibilidad debe ser cuidadosamente diseñado e implementado, para evitar generar más dolor que beneficios. Para esto, es fundamental un análisis y diagnóstico adecuado del especialista, para asegurar que dicho programa atienda rigurosamente las necesidades y, también, las características físicas del paciente en cuestión.

Teniéndose certeza de cumplir con estas medidas, un tratamiento enfocado en la flexibilidad de movimiento, produce una notable mejoría en la calidad de vida del paciente, aumentando su autonomía, disminuyendo los dolores sintomáticos de la enfermedad facilitando una vida más activa.

La fuerza

La fuerza física es la capacidad muscular de vencer o mantener una resistencia. En este sentido, se entiende como esencial desarrollar una musculatura fuerte que permita al paciente realizar cualquier actividad de la vida cotidiana. Todas las tareas del día a día requieren el uso de la fuerza, levantarse de la cama, bajar o subir las escaleras y caminar, todo está cruzado por esta capacidad por lo que una mejora en este aspecto ayuda a vencer los síntomas del cansancio y la fatiga crónica, mejorando sustancialmente la salud mental y por ende la calidad de vida.

Modelos de entrenamiento

Es necesario establecer pautas enfocadas a cada área para así realizar un trabajo más efectivo y cuidadoso del paciente y la intensidad de sus sintomatologías.

Resistencia aeróbica

Para desarrollar la capacidad aeróbica de los pacientes con Fibromialgia  lo más recomendado es realizar Ejercicio físico de actividad continuada, con una moderada o baja intensidad como caminar, andar en bicicleta, etc.

Lo más indicado es realizar ejercicios aeróbicos que eleven el ritmo cardiaco consiguiendo beneficios cardiovasculares, pero cuidando siempre de no sobrepasar los limites físicos y aeróbicos propios de cada persona evitando así agravar los síntomas comunes de la enfermedad.

Es conveniente comenzar los ejercicios con un nivel de exigencia bajo donde el paciente se sienta cómodo y, muy paulatinamente, incrementarlo, cuidando siempre de equilibrar los beneficios obtenidos con un posible aumento en el dolor de la musculatura no entrenada.

Se recomienda separar los ejercicios aeróbicos en dos partes de 15 a 20 minutos para así retrasar la presencia de cansancio y facilitar la continuidad del programa, de esta misma forma, se sugiere una frecuencia de 2 a 4 sesiones semanales por 6 semanas como mínimo.

Fuerza

Para desarrollar la fuerza se recomienda realizar ejercicios con el peso de su propio cuerpo. Según los especialistas, con este nivel de exigencia, es suficiente para comenzar el trabajo, también se sugiere el uso de bandas elásticas.

Una variante muy recomendada es la de realizar ejercicios de fuerza en el agua (piscina), ya que la resistencia natural que ofrece este elemento es perfecta para este tipo de pacientes.

Si se quiere realizar ejercicios moderados con pesos libres (pesas) o maquinas de acondicionamiento físico se recomienda una exhaustiva preparación para evitar las dolencias que las posturas y fuerzas involucradas en su uso pudieran generar en los pacientes.

Se sugiere evitar los trabajos de fuerza isométrica (sin movimiento) muy comunes en otros programas de entrenamiento ya que, pueden ocasionar una baja en el riego sanguíneo del músculo y una deficiente oxigenación a nivel celular, facilitando la tensión y fatiga interna del músculo, pudiendo generar más dolor.

Para establecer la intensidad de los ejercicios, se recomienda un enfoque personal diferenciado en cada paciente, observando su capacidad y la intensidad de los síntomas, asumiendo siempre una estrategia que produzca un desafío muscular especialmente en las repeticiones finales. Pueden trabajar en series de 8 o de 12 repeticiones, según sea las características de cada participante.

Es importante cuidar que el paciente nunca ejercita a un nivel que le produzca dolor agudo.

Se pueden realizar 1 o 2 series de 8 a 12 repeticiones usando el propio peso, con 3 minutos de descanso entre cada una, recomendándose caminar en ese periodo.
A medida que se va trabajando y desarrollando la musculatura, se pueden ir aumentando la cantidad de series y de repeticiones acortando también el periodo de descanso.

En cuanto a la frecuencia es recomendable 2 o 3 sesiones semanales para que así el paciente pueda recuperarse por completo de la sesión anterior. Se sugiere extender el entrenamiento durante 12 semanas haciendo un seguimiento constante de la reacción del paciente a las sesiones pudiéndose acortar este periodo si se ve una respuesta negativa o que va en deterioro de las condiciones del paciente.

Flexibilidad

En este ámbito, los ejercicios se enfocan en realizar variados estiramientos dinámicos y estáticos en un sistema de progresión paulatino y controlado.
En las elongaciones dinámicas se realizan movimientos lentos que permitan a las articulaciones ir poco a poco ampliando su capacidad evitando siempre llegar al punto de que el paciente experimente dolor. Cuando ya se ha conseguido algo de experiencia se puede llegar a fijar posiciones de estiramiento un poco más exigentes por periodos de tiempo de entre 4 a 15 segundos. Como en todas las actividades anteriores es fundamental evaluar cada caso para poder establecer actividades acordes a las capacidades de cada paciente.

La intensidad debe ser baja privilegiando siempre el confort y comodidad del paciente evitando crear un rechazo de este hacia la actividad. A medida que se van consiguiendo avances y mejorías en los rangos de flexibilidad se recomienda ir aumentado la exigencia, de forma paulatina y medida.
Los objetivos planteados como ideales son que un paciente pueda mantener una postura de estiramiento entre 5 y 15 segundos manteniendo una respiración normal y estable.

Es aconsejable realizar cada estiramiento 4 o 5 veces descansando un momento entre cada repetición. El trabajo de estiramiento es recomendado como una actividad diaria aunque con 3 veces por semana también se conseguirán avances y mejoras.

Como hemos podido observar la actividad física es una buena herramienta para mejorar la calidad de vida de los pacientes con Fibromialgia, disminuyendo la intensidad de los síntomas y facilitando el desarrollo de una vida normal, activa e independiente. Es importante para conseguir estos objetivos realizar una valoración rigurosa de la capacidad tanto aeróbica, de flexibilidad y de fuerza en cada paciente para poder desarrollar sus programas de trabajo de forma individual y efectiva. Cuidar siempre de respetar y diferenciar la intensidad para cada actividad según las características de cada paciente. Realizar este tipo de entrenamientos en forma grupal puede beneficiar la permanencia y el compromiso hacia ellos, además de favorecer las relaciones interpersonales.

Cada trabajo en su justa medida podrá significar paulatinos pero considerables mejorías en las condiciones de vida de los pacientes.

En JOYFIT, nuestro personal cualificado en actividad física y deporte, puede aconsejarte cual es la rutina de ejercicios idónea para ti. No dudes en preguntarnos.